Cómo terminan los análisis

Este libro es una recopilación de escritos breves hasta ahora dispersos, y transcripciones de intervenciones de J.-A. Miller, desde el año 1977 al 2002, sobre la práctica del pase.

Como nos explica Miller en la contraportada del libro. Lacan luchó mucho para que el pase fuera adoptado por sus alumnos. Después de su muerte, la mayoría se apresuró a tirarlo por la borda. Fue salvado de las aguas por la ECF, y a través de la AMP, se extendió por Europa y América Latina.

Pero fue necesario reconstituir el plano del laberinto y proceder a un nuevo ajuste de la operación. Participé, continúa Miller, en esa tarea mediante una serie de textos que aquí se ofrecen. ¿Son de naturaleza tal como para dilucidar las múltiples paradojas del pase? Creo que sí”, termina afirmando.

Así que, con este libro tenemos la oportunidad de emprender esta dilucidación.

No voy a detenerme en los textos que vamos a ir leyendo y trabajando a lo largo de este Seminario de lectura a cargo de Luis Alba, Roger Litten y Rosa Ruiz, a quienes agradezco esta invitación al trabajo.

Sí me gustaría compartir con vosotros el efecto que tuvo para mí la primera lectura rápida que hice, para así tener una idea de su contenido: Y es, que el procedimiento del pase, inventado por Lacan en 1967, efectivamente, está en continuo proceso de reelaboración, reactualización y reinvención, algo que, por otra parte, tiene toda su lógica, porque el pase no se apoya en un saber constituido, no es un saber-hacer inmutable, con reglas fijas y evidencias preestablecidas. Y, que, como consecuencia de esto, el lugar de los AE tampoco ha sido siempre el mismo. Desde sus comienzos, en que “el pase estaba envuelto en el silencio”, “era una isla en la Escuela” y no se hacían públicos los nombres, ni se testimoniaba (p.19),hasta llegar a la actualidad en que “el mismo día de la nominación, su nombre es difundido por internet en la AMP” y su testimonio es público (p. 20), el dispositivo y, por tanto, los analistas resultado del procedimiento, no ha dejado de producir pases e impases, interrogantes y paradojas en el corazón de la Escuela.

Pero ¿Qué pretendía Lacan con la invención de este dispositivo? O como se pregunta Miller: “¿Cuál es la originalidad de este procedimiento? Y es que, hasta ese momento, tanto en las sociedades psicoanalíticas como en la Universidad, y de hecho en todas partes, el acceso a un título superior se realizaba mediante la cooptación del candidato que tenía una larga experiencia, por parte de los profesionales experimentados que ya tenían el codiciado título. Pues Lacan puso patas arriba esta forma de hacer las cosas” afirma Miller en la p. 10.

Para Lacan se trataba de otra cosa en el psicoanálisis, se trataba de la experiencia, sí, pero de la experiencia analítica y de la demostración lógica del final de análisis para atrapar ahí el surgimiento del deseo de analista, porque para él, “el ser analista de un sujeto no se adquiere por su práctica, sino por su propio análisis”, p. 15.

Por supuesto que, como nos aclara Miller, “este momento decisivo es calificado por Lacan de diversas maneras a lo largo del tiempo, a lo largo de su enseñanza, y va transformando su concepción de la causalidad del pase y de lo que resulta de él.

Si al comienzo se trataba de la resolución del complejo de castración y de la llamada relación pregenital a través del atravesamiento del fantasma fundamental. Más adelante, según va avanzando en su enseñanza, se trata de la identificación con el síntoma, integrado, por así decirlo, a la personalidad, y que hasta entonces atormentaba y hacía padecer.

Por último, en su última enseñanza, Lacan modera la idea de una metamorfosis subjetiva radical; es la apercepción de la mentira, inherente a toda verdad cuando se trata de decir lo real, aquí la del inconsciente y, correlativamente, el estatuto ficcional del pase. Por otra parte, estos restos sintomáticos, cuya permanencia Freud identificó en “Análisis terminable e interminable”, son positivizados por Lacan introduciendo el concepto de sinthome, estado residual, terminal y fuera de sentido del síntoma una vez descifrado”, p. 14.

Porque, como nos indica Miller en el texto “Un real para el psicoanálisis” en la p. 285, Lacan no se contentaba en la clínica con el saber como previsión, con el hecho de clasificar síntomas, reconocer familias, tipologías de estructuras. No. Lacan introdujo la exigencia de certeza en la clínica, p. 286. “A semejanza del discurso científico, Lacan exige la certeza en psicoanálisis. Liga certeza y real, pero distinguiendo dos reales, el real de la ciencia y el real para el psicoanálisis, que es el real del inconsciente, (…) que es otro tipo de certeza que la de la ciencia. La del psicoanálisis es la de la demostración y la transmisión.

La demostración del acceso a lo real por un imposible singular enraizado en la contingencia, y la transmisión también singular, porque no la transmitimos mediante fórmulas en la pizarra sino mediante la fuga del sentido, lo que se fuga, lo que fluye y no mediante lo que no se mueve, ni lo que permanece en su lugar. Es “lo que nuestra práctica tiene de azaroso”, dice Lacan.

Porque el único real propio del inconsciente es el que responde a la fórmula “no hay relación sexual”, es lo imposible de la relación sexual que se demuestra por la contingencia ineludible de las relaciones sexuales, de los encuentros siempre inoportunos, los traumatismos que nunca faltan. Ese es el real que se transmite por la fuga de sentido. Y nuestra certeza está ahí, nos dice Miller, en la medida en que la contingencia es susceptible de demostrar lo imposible.

La ciencia puede transmitir la certeza mediante la enseñanza, el psicoanálisis no. El psicoanálisis solo puede transmitir lo que es del orden de su certeza en la propia experiencia analítica.

Por eso, el pase.

Pero, como más adelante Miller se pregunta: ¿Cómo la contingencia puede demostrar lo imposible y circunscribir lo real? ¿Cómo llegar a un dicho demostrativo por la contingencia? ¿Cómo alcanzar lo imposible?

Pues bien, este es el incesante trabajo de investigación que sigue estando ante nosotros.

Como estos momentos en los que nos encontramos, -no solo en la ELP, en la que se está preparando la realización del Colegio del pase, sino en el conjunto de las Escuelas de la AMP y que la ECF ha abierto el camino marcando una nueva orientación del procedimiento y algunas modificaciones en el reglamento-. Momentos en los que nos encontramos, que nos moviliza, nos despierta y, como nos dice Miller en el Preliminar del libro, “nos compromete a no descansar en el saber adquirido, a desprendernos de todo dogmatismo, a repensar de nuevo la Cosa freudiana hasta reinventar el psicoanálisis cada uno en la medida de sus posibilidades.

La última enseñanza está destinada a reavivar en los analistas su práctica, la pasión de la ignorancia, es decir, el deseo de saber, un saber nuevo a elaborar”.

Así que, por mi parte, no me queda más que agradecer a los colegas que han organizado este Seminario de lectura que nos hayan propuesto este libro y nos pongan al trabajo de reavivar la pasión de la ignorancia y “dilucidar las múltiples paradojas del pase” para seguir sosteniendo su vigencia.