El Pulso de los Carteles 4 | Sede Bilbao ELP

Os enviamos la aportación que nos ha enviado José Ignacio Ibáñez, surgida a partir del comentario de Julio González en El pulso # 1:

 

«Quiero contribuir al debate abierto con las consideraciones de Julio González al informe que presentó al concluir su periodo como responsable de la comisión de carteles, aparecido en el nº 1 de «El pulso de los carteles».

Julio es muy preciso al señalar en el informe: «se ha puesto el acento en el hecho de trabajar con otros, el cartel como lazo que posibilita el trabajo junto a otros, y seguramente ha quedado desdibujada la dirección a la Escuela»

Y en las posteriores consideraciones indica: «El hecho de ser una Sede de la Escuela no nos convierte automáticamente en Escuela»

Estoy totalmente de acuerdo con esta interpretación que él hace pero voy a intentar ir un poco más allá:

Muchas veces hemos hablado y debatido sobre los lazos libidinales, la poca participación en las actividades de la Sede en contraposición a la respuesta que se produce cuando hay una actividad vinculada directamente con la Escuela, como los encuentros con los AE, los seminarios del Consejo, etc. Por ello creo que la cuestión no es tanto el trabajo con otros de nosotros, de la parroquia, sino cómo promover la transferencia de trabajo hacia la Escuela, más allá del entre nosotros que a veces puede tener efectos endogámicos y por tanto de cierre.

Y ahí, no deberíamos quedarnos solo en la cuestión más localista de la Sede, como parte de la Escuela, sino que debemos ampliar el campo de acción, con esto que venimos diciendo de abrirnos a la ciudad e incluir, en mi opinión, a todo lo que tiene que ver con el psicoanálisis de orientación lacaniana, lo que conocemos como Campo Freudiano.

Es decir, para formar parte de la Escuela y hacerla existir, participando en su continua construcción, no sirve con ser de la parroquia local y quedarnos en el nosotros, debemos ser parte de la comunidad social y generar ahí nuevas transferencias y orientarlas, junto con las que ya tenemos y vamos generando en el Campo Freudiano, hacia la Escuela como algo exterior que a la vez nos descompleta pero también nos permite formar parte de esa comunidad analítica que no tiene fronteras».

 

José Ignacio Ibáñez