El Pulso de los Carteles 13 | Sede Bilbao ELP

El Pulso de los Carteles  | Nº13

 

Este trabajo, de Patricia Obregón, es el producto de un cartel en curso, «Cuestiones a propósito del autismo«.

Le agradecemos que lo comparta con nosotros.

 

Invenciones en el Autismo

Patricia Obregón Santa Cruz

Luego de la lectura del capítulo 2 de la Batalla del Autismo de Laurent, he extraído diversos puntos que me ayudan a entender un poco más la estructura autística y su relación con lo Real, la función del emparejamiento con el objeto autístico y sus circuitos, y por último qué lugar puede ocupar el analista en el tratamiento con estos sujetos.

En el apartado “El autismo, un nombre de lo real” (Laurent, 2013, p.44), Laurent plantea citando a los Lefort, que en el autismo no se encuentra lo especular, es decir, no hay imaginario ni hay división de sujeto, en tanto resultado de la castración del lenguaje. Lo que sí hay es un “doble” “…con lo que el autista se encuentra en cada otro, su semejante, cuyo peligro más agudo es la inminencia de su goce y la necesidad de matar en él a esa parte que el lenguaje no ha eliminado para que se funde una relación con el Otro como terraplén limpio de goce, esta necesidad es la fuente de la exaltación pulsional del autista, de la destrucción/autodestrucción como satisfacción-goce de la pulsión, ello solo la pulsión de muerte” (p.45). Es decir, el autista está sumergido en un Real que en casos puede llegar a ser mortífero.

En el siguiente apartado “Goce del Uno”, continúa señalando que los autistas ponen en peligro toda identificación imaginaria, es decir, que para quienes quieren hacerse partenaires de estos sujetos es preciso “hacer un duelo por la identificación histérica” para, entonces, de esta manera sostenerse al borde de lo real en juego (p.48). Ante un sujeto autista, ya sea el autismo más primario y precoz hasta una estructura autística más compleja, señala Laurent, se trata de apuntar siempre al mismo punto: el goce del Uno. Entendiendo lo Uno como el goce más singular, un tiempo que no engancha nada con el tiempo dos de la inclusión del Otro, de lo simbólico, del S2. (Miller, 2013).

¿Cómo podemos entender la relación del autista con la lengua si no hay simbólico? Laurent plantea que el carácter autístico de esta estructura reside en “…el hecho de que un sujeto pueda querer interpretar la lengua de un modo enteramente reductible a un sistema de reglas”. Como si la lengua debiera reducirse, el juego de lo simbólico queda entonces real-izado, sin equívocos posibles, sin la multivocidad de los significantes. Se podría decir que es la lengua tratada por medio de lo Real, real-izada.

Este esfuerzo hacia la pura repetición del Uno, del S1, se encuentra en la inmutabilidad que manifiesta el sujeto autista y su necesidad de que las cosas obedezcan a un orden absoluto, repetitivo y sin irrupción. Es por tal razón que se dice que la clínica del autismo es la clínica de la repetición pura, del S1, y es cuando algo se mueve que se producen las crisis (Laurent, 2013).

En relación al siguiente apartado “Aparejamientos con el objeto autístico”, Laurent nos indica que la relación particular que mantienen los autistas con ciertos objetos es una de las principales pistas que orientan nuestro abordaje psicoanalítico (Laurent, 2013). Señala que el cuerpo del autista se encuentra en una relación de pegamiento incesante con ese objeto de goce fuera del cuerpo. Lo vemos en la clínica cuando los niños autistas se presentan con su objeto que es una suerte de continuidad de sí mismos.

Los niños autistas aparejados con un objeto, los cuales ellos mismos construyen e inventan, les permiten vincular ese objeto-órgano suplementario con su cuerpo (Laurent, 2013). Es importante asignarle el justo valor a estos objetos autísticos, ya que se puede decir que tienen el estatuto de pieles de su cuerpo, armaduras que pueden hacerse, según el caso, más o menos complejas. Con este órgano suplementario el niño intenta, incluso a costa de su vida si es preciso, “extraer de o introducir en su cuerpo como el órgano que convendría al lenguaje” (Laurent, 2013, p. 52). Luego de leer, me pregunto si estas invenciones van del lado de darle un soporte al cuerpo fragmentado o se podría hablar del objeto como suplencia de aquello que inscribe el vacío, que agujerea y da límite al goce, ¿es un tratamiento de goce?.

La dimensión del cuerpo del autista se puede entender como un “cuerpo sin órganos”. Laurent (2013) plantea que la fragmentación del cuerpo por sus órganos es superada a costa del encierro en un “caparazón”, por consiguiente, el sujeto autista se goza sin el trayecto de la pulsión que podría articular su cuerpo con el Otro. El cuerpo caparazón del sujeto autista es pura superficie, es lo que resulta de un cuerpo cuyos orificios “están todos ocluidos”, cerrados. (Laurent, 2013, p.53).

Al decir que el cuerpo del autista es un cuerpo cuyos orificios están ocluidos, es porque el lenguaje no se ha inscrito y por consiguiente el objeto a como resto de goce no se ha perdido. A diferencia del neurótico, que recurre a la dimensión del gran Otro en búsqueda de ese objeto perdido para completar su falta en ser, en el autismo por el contrario, el agujero esta forcluído, son sujetos sumergidos en un exceso de goce que invade su cuerpo.

En el apartado “circuitos del objeto”, Laurent se pregunta ¿en qué consiste entonces la aplicación del psicoanálisis al autismo? respondiendo que se trata de permitirle al sujeto desprenderse de su estado de repliegue homeostático en el cuerpo encapsulado, “desprenderse así de ese goce autoerótico” (2013, p.54).

A partir de este punto me cuestiono, ¿qué lugar entonces hemos de ocupar como partenaires del sujeto autista sin poder hacer uso de las identificaciones imaginarias ni de la función de la interlocución simbólica?. Laurent refiere que para hacerse partenaire del autista es necesario el soporte de un objeto -y esto más allá de toda dimensión de juego- resalta que “…sin objeto, no hay Otro” (2013, p.54). Leer caso Rosine, p. 54.

Tal como Rosine plantea en la sesión de Nadia, se puede evidenciar que con estos objetos se instauran idas y venidas y trayectos en torno al objeto del Otro, del Otro analista “…que conducen al sujeto a desprender un objeto del cuerpo del analista, dicho objeto entrará en una serie de sustituciones para construir así los rudimentos de una metonimia (S1, S2, S3…), de un deslizamiento de un objeto a otro, acompañado al mismo tiempo de un pegamiento al cuerpo del analista, del gran Otro y sus objetos”(Laurent, 2013, p.55).

Es decir, que por medio de la presencia del Otro y los objetos que este proporciona, se puede inscribir un segundo tiempo, en tanto célula mínima significante. La relación de vecindad entre un S1 y un S2 se puede observar en el caso de Nadia donde la taza que chupa vendría siendo un S1, que luego se desliza a establecer una relación con un S2 -biberón, objeto que también se puede chupar, luego aparece el palo, que al igual que la taza la niña chupa y utiliza para acercar el biberón. En este caso, Nadia establece trayectos alrededor de objetos de la pulsión oral.

Retomando el texto del Seminario 11 de Lacan (1964), específicamente en la “Pulsión parcial y su circuito”, plantea que “lo fundamental de cada pulsión es el vaivén con que se estructura” (p. 185), su carácter circular alrededor del objeto de la pulsión, y a partir de las elaboraciones de Freud acerca de las pulsiones sado-masoquistas, en especial de la masoquista, señala que hay tres tiempos, no dos, en estas pulsiones. El tercer tiempo es la aparición del sujeto, este sujeto que es propiamente el otro “aparece si la pulsión llega a cerrar su trayecto circular” (Lacan, 1964, p.186). Resalta Lacan que solo con su aparición en el Otro puede ser realizada la función de la pulsión. La meta de la pulsión no es otra que el regreso en forma de circuito.

Luego de darle una vuelta a las conceptualizaciones de la pulsión, y entendiendo que el autismo no hay trayecto de la pulsión por no haber pérdida del objeto, se podría decir que el lugar del analista en el tratamiento con sujetos autistas apuntaría de alguna forma en posibilitar por medio de los objetos circuitos pulsionales que permitan al sujeto desplegarse de su goce Uno repetitivo y de esta manera por medio de la transferencia poder extraer objetos del gran Otro que hagan sus veces de S2. Tal como señalaba Laurent, para que exista el Otro tiene que haber un objeto, y es a partir de esta relación donde deviene el sujeto.

“Un significante es lo que representa al sujeto para otro significante” (Lacan, 2008, p.779)

Referencias bibliográficas:

S(significante)
——— = s (el enunciado), con S = (-1)

s (significado)

Laurent, E. (2013). La batalla del autismo: de la clínica a la política. Buenos Aires: Grama Ediciones.

Lacan, J. (2008). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo. Escritos 2. Buenos Aires: Siglo xxi editores.

Miller, J-A. (2013). El ultimísimo Lacan. Buenos Aires. Paidós.


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