Antonio Múgica| La experiencia del cartel un intento de «ir en contra»| Velada de Cárteles| abril 2022

La experiencia del cartel un intento de “ir en contra”*

Antonio Múgica

 

“Intento ir en contra, para que el psicoanálisis no sea una religión, aunque tienda a ello, irresistiblemente, al suponerse que la interpretación no opera sino por el sentido. Enseño que su resorte está en otra parte, principalmente en el significante como tal.”

Jacques Lacan, “El Señor A.”, del 18 de marzo de 1980

 

Elijo esta cita de Lacan para iniciar este trabajo por la particular coincidencia que se da en el hecho de que aúna dos cuestiones: interrogantes sobre el dispositivo del cartel, que Lacan promovió, y mi propio recorrido de carteles.

Se me convocó a dar cuenta de mi experiencia en carteles. He participado en varios carteles a lo largo del tiempo de mi inclusión en la Escuela, pero al trabajar para esta ocasión, me doy cuenta de que fue el primero el que marcó de un modo especial este recorrido. Efectivamente, ese primer cartel lo recuerdo de un modo particular.

Fue un cartel que trabajaba en torno al Seminario 2 de Lacan, y mi tema fue: “Resistencia a interpretar”. Era un tema que elegí auténticamente dividido y tomando para el trabajo algo que entonces era para mí la cuestión de mi práctica, en la que me parecía no lograba que eso funcionara. Evidentemente no entendía nada del asunto, pero sí que tomé auténticamente en serio algo que promueve el cartel, una posición que, puesta al trabajo, puede producir saber.

Aquél cartel fue memorable. Hubo momentos como uno que siempre recordaré en que otro participante y yo mismo pudimos captar la subversión freudiana, que Lacan subraya, del funcionamiento de la significación, en el trauma, por ejemplo: nachträglich, après-coup, a posteriori. Ese cartel también permitió el inicio de un cuestionamiento por el que pude más tarde obtener otras ganancias de saber. Así pude apreciar de otro modo la cuestión a partir de la idea del inconsciente intérprete, o también, el salto que supone la categorización de la psicosis ordinaria.

Y, ¿qué hizo que este cartel fuera tan excepcional para mí? Creo no equivocarme demasiado al responder que hubo, tanto una implicación subjetiva, como también un modo correcto de constitución de todos los elementos del cartel y de su funcionamiento. En esto hay que incluir tanto a los participantes, incluyendo el más-uno, como también el de esos otros elementos propios del cartel, y en particular el de la exposición del trabajo realizado. Efectivamente mi trabajo en aquel cartel lo expuse en una reunión de la Sede.

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Al considerar para este espacio diversas cuestiones, al leer diversos textos, vuelve a aparecerme claro que es necesario que este trabajo lo reanudemos una y otra vez, y esto tanto del trabajo en torno al saber que se constituye en un cartel, como del trabajo de considerar el dispositivo, la Escuela. Si bien hay momentos en que hay franqueamiento, y tras esos momentos no hay retorno al lugar de casilla inicial, la tendencia es de cierre, clausura.

Y es que la tendencia es, por ejemplo, al pegoteo, al efecto de grupo, propio de nuestra debilidad mental, de nuestra necesidad de identificación. Lacan construyó una Escuela de una lógica totalmente diferente a una formación grupal y coherente con el propio discurso analítico. Una Escuela lacaniana tiene que ver con algo que no facilita la identificación grupal, que no se sostiene en la identificación al modo de la identificación de la masa de la que Freud habla en “Psicología de las masas y análisis del yo”, sino que se sostiene en algo paradójico, algo que justamente es lo opuesto, porque tiene que ver con lo singular del deseo del analista.

Es algo sabido, y debo volver a mencionarlo, que Lacan constituyó una Escuela en la que muchas cosas diferían del modo como Freud, pese a haber escrito “Psicología de las masas…”, constituyó el grupo destinado a preservar y transmitir el psicoanálisis. En todo el andamiaje de la Escuela de Lacan hay la presencia de algo que subvierte totalmente la relación al saber y la transferencia que eligió Freud.

Lacan eligió un modo por el que se contrariaba el que se cristalizara que los que integran ese agrupamiento pudieran sostener el lugar de quienes saben. Promocionó un modo por el que a todo nivel se favoreciera el no-todo. Soledad frente a la causa, carteles con fecha de disolución, permutación. Sólo así hay algo de protección frente a la tendencia propia a la idealización, e idealización del saber, un saber en relación a un Sujeto Supuesto Saber sostenido por cualquier tipo de jerarquía.

Y en este conjunto de modos de hacer poco consistente al Otro, de agujerearlo, de sostener el S de A barrado, el cartel tiene un lugar privilegiado. Para ello hay dos aspectos centrales: la permutación y la producción.

El cartel no es el análisis. En el cartel no se trata de la reproducción de la distribución de elementos y lugares tal como se da en el discurso analítico con el objeto a en el lugar del agente. Más bien, como señala Miller en su texto “Cinco variaciones sobre el tema de «la elaboración provocada»”, lo que le conviene es el discurso histérico, que produce saber. Para ello hay algo esencial, el modo de provocar del más-uno, que debe estar afectado en su posición por la obligación de ponerse también al trabajo. A su vez, es un saber que se promueve en un dispositivo permutativo y orientado a un reinicio, a un trabajo en progreso continuo.

Es de este modo que se agujerea el saber, se lo cuestiona como absoluto, se reinicia una posición de no-saber fundamental. Porque no se orienta por el universal sino por el singular, y porque apunta a lo que es imposible, indecible, y es esto lo que el cartel, con su producción y su permutación, favorece.

Lacan disolvió su Escuela. De ello da cuenta el texto “Decolaje o despegue de la Escuela”, del 11 de marzo de 1980. Y propuso el cartel como sostén de lo que denominó la Causa freudiana. Un sostén mínimo, con un dispositivo, el del cartel.

En el texto que escribió la semana siguiente, el 18 de marzo, “El señor A.”, aún era más claro el esqueleto del dispositivo del cartel. Un buzón, unas letras que hacen saber qué se propone trabajar, un foro de intercambio, y una publicación de archivo. Es de ese texto del que he extraído la cita que he propuesto como exergo.

Lacan acaba de hablar en ese texto de la religión como “guarida original del sentido”. Dice que “Es una evidencia que se impone. A los que son responsables en la jerarquía más que a los demás”. Y continúa: “Intento ir en contra, para que el psicoanálisis no sea una religión, aunque tienda a ello, irresistiblemente, al suponerse que la interpretación no opera sino por el sentido. Enseño que su resorte está en otra parte, principalmente en el significante como tal.”

Efectivamente, el resorte de la interpretación no es el sentido sino la concatenación significante, algo más emparentado con la pura contingencia de la concatenación que con un saber del Otro, algo más cercano a lo constituyente que a lo constituido. Es esto algo que favorece, tanto el psicoanálisis como el mismo dispositivo del cartel. Para ello es imprescindible su permutación, y también su producción de saber, un saber que no cierre la posición de no-todo, que se relance en cada ocasión.

BIBLIOGRAFÍA:

1/ Jacques Lacan. “El Señor A.”

2/ Jacques-Alain Miller. Cinco variaciones sobre el tema de “la elaboración provocada”. 3/ Jacques Lacan. Decolaje o despegue de la Escuela