Oian López Gorritxo | Coloquio hacia La Gran Conversación |

Coloquio hacia La gran Conversación de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) 2022 “LA MUJER NO EXISTE)

OTRO-GRAFÍA DE LA LETRA

Oian López Gorritxo

En la BOL de la sede de Bilbao estamos trabajando en derredor de la pregunta ¿qué es leer psicoanálisis y que es leer en psicoanálisis? Para ello hemos ido realizando una lectura conjunta, y a la letra, de los textos “Leer un síntoma” de Jacques Alain Miller, y “La Mujer no existe” de Cristiane Alberti.

De ambos podemos advertir la orientación de abordar la lectura del síntoma, en la dirección de la cura, bajo el cuidado de una diferenciación fundamental de dos lógicas muy distintas; la lógica fálica y la lógica de lo femenino.

La lectura del síntoma por la vía del sentido está dirigida a de-construir toda la arquitectura simbólica e imaginaria del sujeto, articulada a la lógica fálica, al Edipo y la castración.

A partir de esta lógica, el lenguaje instaura una diferenciación entre masculinidad y feminidad siguiendo las leyes de la oposición y la reciprocidad, en un binarismo que pretende poner todas las cosas en su sitio pero resulta insuficiente incluso al propio Freud para dar cuenta de ese «continente negro», esa «terra incógnita» que seguía resultando tan enigmática.

La enseñanza de Lacan llevará hasta el límite las paradojas de la lógica freudiana hasta revelar que toda la construcción imaginaria y simbólica del sujeto, regida bajo la lógica fálica, acaba reduciéndose a su carácter de ficción y semblante.

En el Seminario Aun, Lacan desarrolla las formulas de la sexuación, éstas ofrecerán puntos de referencia en cuanto a la manera de situarse respecto del sexo. Más allá del binarismo hombre/mujer, enuncia la elección en términos diferentes; Por un lado, “la parte llamada hombre», que permite a un sujeto, sea quien sea, alojarse bajo el régimen de la castración en el sentido del límite que instaura el lenguaje y cuya expresión en el cuerpo corresponde a un goce fálico que delimita la sexualidad de cada sujeto apoyándose en su fantasma. Y por otro lado, » la parte llamada mujer», «lo femenino», que responde a una relación contingente con el falo, estando no-toda articulada a la dimensión fálica, y por lo tanto una parte imposible de universalizar, neutra y singular, en cuya raíz Lacan situará un goce Otro, propiamente femenino, ilimitado y atrapado en su contigüidad.

Así pues, podríamos decir que lo femenino no es la feminidad. Miquel Bassols en su artículo «Lo femenino, entre centro y ausencia» nos lo presenta como algo distinto a la feminidad representable en distintas figuras fálicas, como algo que escapa a la lógica significante que diferencia masculino y femenino. Algo más allá de los géneros como representables, algo cuya gramática nos recuerda su condición neutra y singular. Al estar no-toda incluida en la lógica fálica, no hay un significante que reúna a las mujeres en un conjunto cerrado, es por eso que Lacan llega a plantear “La mujer no existe”, existen las mujeres, una por una.

Se presentan así dos goces de orden distinto y dos lecturas de orden distinto. Por una parte, una lectura del sentido cifrado en los enunciados del sujeto y articulado a un goce fálico, y por otra parte, lo femenino daría cuenta de un goce-Otro, no cifrable por el lenguaje, imposible de-de-limitar por el significante. Un goce que se sostiene más allá del sentido fálico y que impondría una lectura diferente que apuntaría a un fuera-de-sentido.

Una cuestión decisiva planteada por Lacan es que ambos goces se encuentran tanto en hombres como en mujeres.

Al no poder ser cernido por el lenguaje y la castración, lo femenino se presenta como un goce en el cuerpo que no responde a límites ni fronteras. Lacan construye lalangue como algo distinto que el lenguaje, una serie de sonidos que re-percuten en el cuerpo del serhablante donde no hay corte y por lo tanto no hay diferencia entre un elemento y otro. Hay en lalangue la continuidad de un goce que está vinculado a la letra hasta que el Otro fonetiza el cuerpo del niño inscribiendo las diferencias significantes. Algo del Otro materno recorta, demarca, significa, introduciendo diferencias significantes en la materialidad del goce que en si no las incluye, en una Otro_grafía de la letra en el cuerpo.

Si una primera lectura pasaría por la construcción y de_construcción del sentido en juego para hacerlo caer como mero semblante, una segunda lectura, a la letra, apuntaría al vacío que se encuentra detrás, que no es más que puro goce sin sentido.

¿Cómo poder pensar la conclusión de una cura y el fin de análisis bajo esta perspectiva? Que saber podemos rescatar de los testimonios de AEs en relación a cómo arreglárselas con ese goce femenino irreductible?

Si al finalizar el análisis uno puede resolver algo las cosas por el lado de la invención, entendida como un nuevo «saber hacer con» el síntoma, ¿que hay del goce-Otro si pensamos lo femenino como un S1 irreductible y separado de un S2, y por lo tanto excluido de una articulación al saber? ¿Puede un sujeto arreglárselas de manera distinta con este goce-Otro que es sin-sentido en el cuerpo, o tan solo resta sentir-lo (femenino)?