Espacio psicoanalítico y salud mental. Psicoanálisis aplicado a la institución
Arratsaldeon, buenas tardes a todos y todas.
Lo primero me gustaría agradecer a la escuela la invitación a formar parte durante esta tarde en este espacio de reflexión sobre lo que ha supuesto, en mi caso, el psicoanálisis en la práctica clínica.
Para poder ponernos en contexto, y entender que el psicoanálisis se ha ido integrando en mi vida de manera académica, personal y profesional muy de poco a poco, creo importante explicar que durante la Licenciatura en Psicología el psicoanálisis siempre estuvo en un segundo lugar, esto es, no fue hasta 3º curso de carrera que le dan un pequeño espacio al psicoanálisis mediante dos asignaturas repartidas en dos cuatrimestres, e impartidas por el Dr. Manuel Hernandez Ruiz. Fin, durante los 5 años que duró la licenciatura no hubo más lugar para el Psicoanálisis. Por lo tanto, una sale de la carrera pensando que el único método de trabajo clínico hoy en día es el Cognitivo Conductual, dado que durante 5 años es (académicamente hablando) a lo que nos estuvieron instruyendo.
Una, con el paso de los años, acaba entendiendo el porqué de ciertas cosas. Como, por ejemplo, el hecho de vivir en una sociedad donde aparentemente el fin último de todo ser humano es producir cuanto más y en el menor tiempo posible, haga que esto influya incluso en los tratamientos de salud, reduciéndose a la fórmula “cuanto más breve en el tiempo, mejor valorado”.
Por suerte, mis primeros años de prácticas clínica como psicóloga los pude realizar en una institución de servicios psiquiátricos y psicológicos que trabaja desde una perspectiva dinámica. Entonces fue cuando entendí que no sólo hay un modelo de trabajo, que no solo hay una respuesta para todo, más bien tantas como individuos existen. A decir verdad, este entendimiento provocó varias reacciones en mí: por un lado, tranquilidad dado que ya no tenía por qué sostener más ese ideal de profesional omnipotente, y por el otro, (la cara opuesta de la moneda) inseguridad por saber que nunca tendría ese saber total del otro. Entonces comenzó mi paso por el diván, 8 años de trabajo, para poder conocerme en mis diferentes facetas, entre ellas como profesional de la salud mental. Una decisión que a pesar de tenerla tomada (como mencionaba anteriormente siempre estuvo el deseo de querer ser una muy buena profesional), me costó meses dar el paso (se agolparon todos mis miedos y resistencias). En un principio pensé que esto duraría un año, ya sabéis, la economía del tiempo, pero luego me topé con una realidad diferente.
Tras varios años trabajando para otras instituciones, algunas desde una escucha psicoanalítica y otras con un recorrido de pensamiento más corto, decidí abrir mi consulta (de eso ya han pasado 3 años), con la idea clara de cómo no quería trabajar y cómo me gustaría poder hacerlo. La escucha, el modo de escuchar al otro fue un cambio irreversible para mí, una manera de hacer que he agradecido estando tumbada en diván y una manera de hacer que siento que los pacientes que tengo enfrente agradecen.
En un principio, pasó por mi cabeza el temor de que las personas que pasarían por mi consulta (a tener en cuenta que trabajo en un entorno rural con 754 habitantes), no podrían sostener el sufrimiento, ese síntoma por el que acuden quejosos, por el tiempo que una psicoterapia analítica pudiera requerir. No olvidemos el contexto que nos rodea: el consumo de dietas milagro y la creencia de la pastilla mágica. ¿Cómo poder explicar a una persona de a pie, con un sufrimiento a lo mejor intenso, que esto requiere tiempo? A mi parecer uno de los puntos más difíciles de gestionar con el paciente. Pero me sorprendí gratamente, dada la aceptación de las personas que han pasado por mi consulta y por las personas que vienen buscando ese tipo de tratamiento, ese tipo de escucha y acompañamiento.
A día de hoy, os mentiría si dijese que de vez en cuando no me vienen a visitar y a atormentar mis ideales como profesional, pero asimismo intento ser autocompasiva conmigo misma. Incluso tengo dificultades de definir lo que es el psicoanálisis y considero que la práctica analítica no es una tarea para nada sencilla, pero luego recuerdo y me digo a mí misma que parte de nuestro trabajo, además del “cara a cara” con el paciente, consiste en supervisar nuestro trabajo con otro colega experimentado y dedicar parte de estudio y formación a la teoría psicoanalítica, y todo ello, conlleva tiempo.
Aitziber Torre Aboitiz