¿Qué dicen los diagnósticos acerca de lo imposible de soportar?
La invitación a participar en este espacio vino bajo el soporte de significantes muy precisos: Salud Mental, psicoanálisis, diagnósticos de estructura en la última enseñanza de Lacan. Bien, los puse en movimiento articulándolos a la efectividad clínica del psicoanálisis, aspirando fundamentalmente, a promover una conversación.
¿Qué dicen los diagnósticos acerca de lo imposible de soportar?, es el S1 sobre el que haré pivotar algunas apreciaciones que traigo de una lectura que se desprende de picar la piedra de la propia ignorancia, al ras de lo que la práctica, la de todos los días, me enseña. Esa pregunta, contiene una hipótesis. Es decir, que los diagnósticos tienen algo para decir acerca de lo imposible y de lo imposible de soportar.
Lacan nos dice que “el psicoanálisis es una praxis”. Bien, es una praxis que se sostiene en la ética de las consecuencias, que es responsable de sus consecuencias. Esa praxis no queda reabsorbida en la experiencia de la soledad de la práctica. Dice (Sem. XXII) que “el analista es al menos dos: el que interviene soportando el acto y el que da cuenta de su acto, ya ubicado en el banquillo para dar sus razones.” Razones que damos apoyándonos en los conceptos y haciendo el esfuerzo de formalizar lo que hacemos. Porque no es ningún tipo de oscurantismo.
Tenemos que el psicoanálisis es una praxis, que el analista es al menos dos y les propongo que nos sirvamos de la definición de clínica que en un momento da Lacan, como lo real en tanto imposible de soportar. Miller, en la presentación del libro El nacimiento del campo freudiano, recordó que lo imposible de soportar está del lado del analizante. Entonces, soportar lo imposible de soportar de aquel que se dirige a nosotros, queda del lado del practicante. Soportar, en tanto hacerse soporte de ese imposible, alojarlo para que encuentre la ocasión de devenir fecundo y aligerar de seguir penando de más.
Entonces, ¿qué nos pueden decir los diagnósticos sobre ese imposible de soportar?
En el ámbito de la práctica bajo el paraguas de la Salud Mental podemos situar que los diagnósticos que heredamos de la psiquiatría clásica y que perviven en el psicoanálisis como diagnósticos de estructura: neurosis, psicosis, perversión, con los sucesivos DSM y su afán clasificatorio, dejaron de ser el nexo entre psiquiatría y psicoanálisis. Esa clínica de la mirada, de la observación y de la investigación que dio paso a una clínica de la escucha, la del psicoanálisis, cómo puede conversar con un sinfín de clasificaciones diagnósticas a las que se arriba por consenso, que como dijera hace años, allí en Bilbao Eric Laurent, produce un desgajamiento sintomático. Podemos localizar allí lo que avanza sin el sujeto sustentándose en paralogismos, en falacias. El punto de partida de cada una está en las antípodas. No es mi idea desarrollar ésto, sino denotar una diferencia que establecemos, en el ámbito de la SM, entre lo que ya se da en llamar el diagnóstico administrativo, el/los códigos imputable a cada paciente, para el Otro de la administración y el diagnóstico de estructura. Esto nos confronta a una pregunta por la demanda a la que, como clínicos, aspiramos a responder. No obstante, no debemos dejar de sopesar qué función le otorga el sujeto a esa nominación que le es dada, que es externa a él. Con frecuencia nos encontramos que se sirven de un diagnóstico para acceder a ciertos cuidados y como nos dice también Eric Laurent, podemos leer allí la movilización de un deseo. Debemos cuidarnos, y mucho, de los prejuicios. En no pocas ocasiones se les tilda de rentistas. Cuidarnos de los prejuicios para no ahondar en el desamparo, en el abandono al que muchos se ven abocados. Pero, ese afán clasificatorio y todas las intervenciones que desconocen al sujeto, al servicio de qué insoportable pueden venir?
La nuestra es una clínica concernida en la transferencia, lo que es indisoluble del lugar del practicante. La modalidad de la transferencia participa en el proceso del diagnóstico de estructura. Es verdad que cuando intervenimos en la urgencia, y no contamos con el establecimiento de la transferencia, nos vemos llevados a una hipótesis diagnóstica que oriente nuestro acto. Pero, esa hipótesis no se basa en un saber constituido ajeno al sujeto, es decir, sin su participación, sin sus significantes, sin algún S1 que esboce el goce en juego. La elaboramos a partir de la pregunta por aquello de lo que sufre, que nos pondrá en la perspectiva de su síntoma.
Las estructuras en la última enseñanza de Lacan
Debemos aclarar que Lacan sostuvo siempre lo que llamó estructuras. Surgen de una operación transformadora de Lacan sobre las clases clínicas heredadas, de ese conjunto de síntomas y signos. El concepto de estructuras añade a la clase, la causa, y así, se desprende de la descripción objetivante. Permiten acceder a esa matríz de la que los fenómenos son sus manifestaciones, sus efectos. El concepto de estructura añade una articulación al cúmulo descriptivo, una articulación de lo que va junto. Lo que va junto son elementos funcionales, diferenciados, que entran en relación y se consideran en cierta disposición. Esos elementos pueden mutar sus lugares y asegurar funciones diferentes. En relación a la estructura los síntomas son lo que aparece, lo que se manifiesta. El concepto de estructura fue simplificado con el concepto de discurso con el que redujo a cuatro los elementos articulados. Así tenemos al $, que es de carácter insustancial y condicionado por la articulación S1-S2. Un $ es lo que un significante representa para otro significante. Es $ de la estructura clínica y deberá su ser, lo que es, a la articulación S1-S2, que a su vez es el mínimo de significantes posibles para designar una articulación. Recordemos que un significante es lo que representa a un $ para otro significante. Se añade el objeto a que es el producto de esa articulación. Los 4 discursos son: el del amo, el de la histeria, el del analista y el universitario. El único que no participa de la clínica es el universitario.
Esos cuatro términos $, S1, S2, obj a, con esos 4 lugares: Agente, Otro, producción y verdad, presentan de manera reducida lo que hay que entender por estructura. Miller nos dice que en el concepto de discurso converge toda la elaboración estructural de la clínica. ¿Qué ocurre? El $ habla, asocia libremente y un S1 azaroso se articula con un S2 y así tenemos un efecto de sentido articulado. Con frecuencia se despejan axiomas. Supongamos alguien que se queja de que todo le sale mal y dice: es verdad, soy bueno para nada. Y, constatamos que es algo que se le indilgó en su infancia al $, en un momento especial de disponibilidad y apertura, por alguien de su entorno. Vemos que el $ que habla es también hablado. De ahí el neologismo de Lacan, parlêtre, un ser hablado hablante. El parlètre es el conjunto de esa articulación. Es el $, la articulación S1-S2 y el producto de esa articulación. Además esa articulación S1-S2 no es necesariamente la suya, es incluso primordialmente la del Otro. Esos elementos que azarosamente surgen cuando el sujeto habla se hilan en una trama articulada, organizada, sistematizando esos elementos, esos S1 azarosos que preceden. Pero eso es una superestructura que se impone a elementos previos. Con ésto comienza la última enseñanza de Lacan, con esa división entre la estructura y los elementos de azar previos que introduce y hace significar. El acento de la práctica analítica cambia. Se trata de conducir la trama de destino del $ de la estructura a los elementos primordiales, fuera de la articulación, fuera de sentido. Es decir se trata de conducir al $ a los elementos absolutos de su existencia contingente. La interpretación pasará a ser una operación de desarticulación. Ahora bien, esa articulación de los 4 términos, sobre el pivot S1-S2 no vale para Joyce, Lacan encuentra que no hay lo que se parezca al discurso del INC, que no hay relación al INC y concluye que Joyce estaba desabonado del INC y que se revelaba como un escritorser e inventa para lo que hay el término sinthome. La escritura de Joyce no se parece a nada, vale para uno sólo. Se habla de la obra de alguien separado, exiliado, y ésto es absolutamente singular. Es decir a distancia de cualquier comunidad; no hay nada en común. Está cerrado sobre sí mismo. En su obra tenemos un producto que vale para uno sólo. Se distingue por haber encarnado el sinthome en el espacio de su desabonamiento del INC. Encarnó lo singular, donde la gente se apresura a abonarse al INC y pone en marcha la maquinaria de producir sentido común, equívocos, se enreda con los ideales, etc. Lo singular del sinthome, ese modo de goce singular está en cada uno, pero, está recubierto. Es la modalidad de goce singular. Es un goce positivizado. Es lo que no cambia. Es un incurable. Es lo que no es alcanzado por ninguna clasificación. Es un funcionamiento.
La última enseñanza de Lacan gravita fundamentalmente en la noción de sinthome y de él que se desprende una clínica, la clínica nodal.
Las estructuras, los tipos clínicos, están en el plano de lo particular. La clínica nodal es transestructural y posibilita precisar la singularidad, sin desconocer la estructura.
Para hacer posible esa aproximación a la noción de sinthome en el tiempo del que disponemos, tengamos presente las tres dimensiones del espacio habitado por el ser hablante que son lo R, lo I y lo S. Es decir, los tres registros para los que el sinthome es una solución, un modo de funcionamiento que impide que cada una de esas dimensiones se vaya por su lado. En el nudo borromeo de 3, constituido por lo R, lo I y lo S, el sinthome es el cuarto nudo que no es ni S, ni I, ni R, aunque pueda redoblarse, servirse más de alguno de ellos. El sinthome es la reparación del lapsus del nudo y tratamiento del síntoma. Es una suplencia.
Como nos dice Fabián Schejtman en su libro Sinthome: ensayos de clínica psicoanalítica nodal, en la p. 144, Lacan sostiene siempre el concepto de estructura… “sobre todo en su final al hallarle el soporte real y su escritura (con los nudos)… que posibilita la transmisión de la clínica arrojando luz como, ‘la concepción del síntoma como nudo’ ” .
Lacan en el Sem. XXIII también nos dice que el psicoanalista es un sinthome, es una suplencia y los efectos terapéuticos provienen del analista sinthome que reanuda lo que se ha desencadenado.
Viñetas clínicas
En este apartado, a los fines de la publicación y atendiendo los cuidados pertinentes a la privacidad y la reserva que requiere, sólo haré un breve comentario para extraer algunas enseñanzas. Presenté cuatro viñetas clínicas extraídas de mi práctica clínica en una institución de Salud Mental. Están construidas con el acento puesto en esas soluciones, en esos arreglos, en esos funcionamientos. Es decir, con el acento en la dirección de dichos tratamientos bajo la orientación sucintamente desplegada previamente. En un caso, un sujeto nos enseña sobre los artilugios de los que se sirve para silenciar las alucinaciones verbales. Le posibilitan sujetar el cuerpo que puja por soltarse cuando la penetración de lo simbólico en lo real, hace que lo simbólico sea real. Estamos hablando de esquizofrenia con el soporte de la clínica nodal. En otro sujeto vemos operar el diagnóstico de autismo oficiando de suplencia en una suerte de discreto activismo en defensa de los derechos de los sujetos autista. Esto le posibilita defenderse del diagnóstico de psicosis que, para él, “invalida” las verdades que vehiculizan sus palabras. Defensa, al tiempo que posibilidad de lazo a los otros, bajo la modulación que encuentra en el soporte de rasgos del diagnóstico de autismo, que a su vez, le otorga un ser. Su defensa ante un Otro malvado.
Es fundamental tener presente algo en lo que insiste F.Schejtman y acordamos, que analizar es desliar, desatar, separar, antes que anudar. Sitúa la noción de sinthome como deudor de la noción de defensa de Freud. Preguntémonos, ¿cómo defensa de qué? De lo real. De aquí la importancia de la advertencia respecto a lo que analizar significa.
Las dos restantes viñetas clínicas presentadas corresponden a cuando la subjetividad de un sujeto se asienta en una estructura neurótica. En un caso, con la particularidad de la histeria. Un síntoma bulímico en connivencia con una exigencia devoradora en función de complacer la demanda del Otro, para hacerse amar. Se pudo trazar un arco desde el significante destacado en el caso que abre la partida, “atiborrarse”, a des-atiborrarse de su relación a la demanda, insinuándose la pregunta por su lugar en el deseo del Otro. En el otro caso, bajo la particularidad de la neurosis obsesiva, el significante “esperanza forzada” ante la inminencia de la muerte de un ser querido en la infancia del sujeto, modula una posición sacrificial articulada a lo que no deja de fracasar, “tener todo bajo control”.
Para finalizar. Es con lo que hay, tomado en forma rigurosa y precisa, que podemos trazar la apuesta de una clínica posible que haga cruce a la desubjetivación imperante en nuestra época. En ella vemos operar un uso del diagnóstico nominalista, clasificatorio, con una proliferación sin límites, que excluyen al sujeto bajo distintas modalidades. Desde nuestra perspectiva, el diagnóstico de estructura orienta al practicante en relación a las coordenadas del tratamiento, donde diagnóstico y tratamiento son bajo transferencia. Una orientación por lo particular de la estructura que nos posibilita alojar lo singular de cada caso.
Graciela Elosegui. Miembro AP de la ELP y de la AMP. Médico psiquiatra. Comunitat Terapèutica del Maresme. Serveis de Salut Mental. Provincia de Barcelona.
Bibliografía:
- Lacan, Jacques. (1974-1975) Seminario XXII. R.S.I. Inédito.
- Lacan, Jacques. El seminario, Libro XXIII, El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006.
- Schejtman, Fabián. Sinthome. Ensayos de clínica psicoanalítica nodal. Grama ediciones, Argentina, 2014.
- Miller, Jacques Alain. Curso Sutilezas analíticas. Cap. “Clínica del sinthome”. Paidós, España, 2012.