Del diagnóstico a lo real

La pregunta que planteó José Ignacio Ibáñez ¿de qué forma afecta a la demanda de tratamiento la identificación al diagnóstico? me abre a plantear dos ejes de investigación en sus correlaciones. La interferencia de la identificación del paciente al diagnóstico psiquiátrico en la demanda de tratamiento de salud mental por un lado; de otra parte, la identificación del analista al sujeto supuesto saber diagnosticar y sus efectos.

Diagnostíquese para seguir circulando

Nos encontramos en el espacio dedicado a la articulación entre psicoanálisis y salud mental. En primer lugar, pienso pues, en oponer estos términos.

Para ello podemos ir a un texto que seguro conocéis, Salud mental y orden público, dónde Miller plantea:

“Lo más importante en la vida, con respecto a la salud mental, es andar bien por la calle. Y aún más atravesarla, cruzarla sin ser atropellado.” Considero que bien podría ser que el diagnóstico sirva para los fines de la salud mental, permitiendo por ejemplo re-introducir en un circuito pulsional, vía demanda oral de psicofármaco, el malestar por el cual el paciente consulta. Pero “El secreto del psicoanálisis es que no se trata de salud mental”1.

Algo pesado y suelto

Hemos tenido algunas discusiones en la Escuela y en éste espacio ya, sobre la influencia del movimiento woke en la forma en que se presentan los casos hoy. Les remito a un interesante artículo de Félix Rueda La época del impasse2, donde toma una obra de Ian Hamilton Fynlay para plantear que “The present order is the disorder of the future nos lleva a que el herético de hoy es el ortodoxo de mañana.” Me parece que estas piedras pesadas y sueltas son muy evocadoras.

Erika Packard

Las redes sociales inoculan diagnósticos a toda mecha. Cada influencer, cada tik-toker quiere su parte del pastel, armar su pequeña comunidad de hipersensibles a… El negocio es jugoso, las rivalidades entre grupos crecen.

Hoy quizás, para estar sano se trata de andar bien por las redes sociales y no ser atropellado allí. Tener el buen diagnóstico, y poderse mover con él en la red, con los límites y aperturas que eso suponga. Aquí la cosa se abre más allá del campo del DSM. El diagnóstico no está escrito solamente allí, hay diagnósticos por fuera, hacia el infinito.

Algunos trans son paradigmáticos en ésto, haciendo un uso en la vía pública de su auto-nominación, arman una nueva ortodoxia en la comunidad. Lo paradójico es que en ocasiones se presentan demandando un diagnóstico para no demandar un tratamiento psi. Algunos son conducidos por familiares a acudir y a confirmar si este hijo mío es o no de aquellos, y atengámonos pues a lo que supone… pero no hay en un primer momento una demanda de tratamiento. En éste contexto, lo que se propone frecuentemente desde el campo de la psiquiatría es informar, acompañar y no interferir en ninguna decisión. Podríamos decir que eso es un exitoso tratamiento de la psiquiatría moderna, hay un psiquiatra que vestido de amigo logra que la cosa marche, muchas veces sin ningún rastro de angustia, sin estar concernido por su acto, como recuerda Lacan en su pequeño discurso a los psiquiatras3.

En ésta época de evaporación del padre, el ideal de salud mental se encuentra dispersado. El Otro no existe. Está ese enjambre, (essain) en francés, como decía Lacan, que resuena por equívoco con S1, multiplicidad de significantes amo a los que identificarse, cada cual elija su traje favorito, ajústeselo y circule. No debemos esperar que la psiquiatría se encuentre solo en el hospital o la consulta del psiquiatra, está ahí fuera y de moda, hablen con sus vecinos y lo comprobarán.

Miller plantea “el asunto de la salud mental es de entradas y salidas, quien puede salir del manicomio para andar ahí fuera y quien no” 4.

Y bien, el texto es de hace unos años, me pregunto ¿no vemos hoy en nuestra práctica cotidiana en salud mental, que esto es cada día más difuso? ¿No está hoy el enfermo mental más en la calle y menos en el manicomio que nunca? ¿Qué porvenir ahí para la psiquiatría, para la salud mental?

Un poco menos canallas

Volviendo al tema del diagnóstico en psiquiatría en su afectación del tratamiento. Podemos traer aquí el noble deseo de curar del médico, y por extensión de los enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, con sus respectivos matices. El deseo de restablecer la homeostasis del sufriente, es loable, es practicable, tiene sin duda sus efectos terapéuticos.

Pero podemos pensar quizás aquí, lanzo la pregunta ¿para qué aliviar el sufrimiento? El sujeto que se trata y deja de sufrir, bien podría volverse un canalla. ¿Podemos habilitar si consentimos en las primeras entrevistas a un paciente en su identificación al diagnóstico a producir un canalla?

Les contaré una breve viñeta. Recibí a un hombre perseguido por sus compañeros de trabajo, decía ser “como una perra violada”. Se autodiagnosticaba como un adicto con TDAH, hipersensible al ruido. Sabedor de sus derechos cómo enfermo mental en los que se amparaba para tratar con crueldad e insultar sin cesar a una madre que le gritaba. Bajo transferencia, respetar su auto-diagnóstico, pero no consentir a que todo se dejara capturar por aquel, permitió abrir una pequeña oportunidad para que éste parletre saliese un poco de aquella locura. Un día dice, “sentirse culpable” de gritar tanto a su madre, ser poseído por una voz que no es la suya y se le impone para hacerle hablar como un asesino. Se ocupa de ahora cuando puede de moderar esa voz, de no dejarla entrar en él.

Saber (no) diagnosticar

Paso ahora a explorar lo que he llamado: la identificación del analista al sujeto supuesto saber diagnosticar. El psicoanálisis también tiene sus diagnósticos, que Lacan trabajó para reducir a las 3 estructuras, psicosis, neurosis y perversión. Él diagnóstico es fundamental en las entrevistas preliminares. Pero en psicoanálisis, precisamente, su carácter es preliminar, para orientarse en la cura, no para determinarla toda. El practicante orientado por el psicoanálisis, bien sea en institución o en consultorio privado, no determinará su acto en función de este diagnóstico. Si el analista quedara identificado a su saber diagnosticar, a alimentar dicho saber extrayendo una y otra vez elementos epistémicos, conjeturas e hipótesis clínicas del caso; un bello tratado psicopatológico que quizás exponga después a sus colegas, no haría más que repetir la figura del psiquiatra clásico. Identificarse especularmente por ejemplo como psicoanalista de trans, psicoanalista de niños, psicoanalista de esquizofrénicos, al diagnóstico que él mismo emite, va me parece del lado de la defensa frente al real que se impone en la práctica misma.

Culpable de su goce

Como plantea Miller en Teoría de Lalengua: “ El lenguaje es el resultado de un trabajo sobre lalengua, es una construcción de lalengua. Es, bajo el ojo del amo, el concepto científico, y aquí universitario, de lalengua. Es la forma científica de orientarse con lalengua, de intentar comprenderla5.

Y bien, el diagnóstico, también el estructuralista que el psicoanalista imprime en su hipótesis sobre el ser-hablante, ¿cómo hacer para no reducirlo a los fines de una psicoterapia?¿Cómo no quedarnos infatuados por el saber de psiquiatra clásico con su diagnóstico ahí?

Kepa Torrealday en su artículo del Blog “El torbellino de la Escuela” lo dice bien: “El quantum libidinal cedido de la satisfacción narcisista es posible hacerlo pasar por el agujero de la Escuela. Es decir, dejarse aspirar por este torbellino”6. Propongo que ese diagnóstico, si me permiten la expresión, “culpable de su goce”, es quizás el único por el que merece la pena seguir apostando hasta el final de una cura analítica, hasta que el sujeto pueda saber lo suficiente de ese goce para no culparse tanto de él, responsabilizándose como eso lo merezca.

Mikel Arranz, miembro de la ELP y de la AM.

 

Notas:

  1. Miller, J.-A., Salud mental y orden público. Ed. Universidad de Granada, Granada, 1988.
  2. Rueda, F. “La época del impasse. Blog ELP. 2021. 
  3. Lacan, J. Lacan, J., Petit discours aux psychiatres (1967). Inédito.
  4. Miller, J.-A. Salud mental y orden público. Op. cit.
  5. Lacan, J. y Miller, J.-A. En los confines del seminario. La tercera. Teoría de la lengua. Paidós, Buenos Aires, 2022.
  6. Torrealday, K. “El torbellino de la Escuela”. Blog ELP.