Once observaciones sobre la neuro tesis o cómo lidiar con un paradigma epistemológico que quiere ser exclusivo para la clínica

«Los dioses han muerto.

Sí, se murieron de risa cuando escucharon a uno de ellos decir que era el único».

Nietzsche

 

1. Estamos en 2021, la historia parece repetirse. Pero la historia no tartamudea, a no ser que se crea que, como secuencia cursiva, es una secuencia cronológica en la que los hechos concretos se inscriben uno tras otro en una superficie en blanco y que, por tanto, pueden volver a las fijaciones anteriores por desplazamiento retrógrado. Para la historia como disciplina de investigación, la Escuela de los Anales ha barrido este sinsentido, que legitima lo que es como no pudiendo ser de otra manera. Por el contrario, la historia es agujero, cortes, escansiones, y los hechos se revelan, no de la realidad, sino de una construcción de relatos que los ensamblan y luego los alinea. “No hay hecho sino de artificio”, dice Lacan. Jacques Prévert, en su poema “Les belles familles”, se divierte enumerando los reyes de Francia hasta Luis XVIII, añadiendo, para ridiculizar cualquier sucesión cronológica: “y nadie más… / ¿qué pasa con esta gente / que no son capaz / de contar hasta veinte?”. La historia no se repite y, sin embargo, un aire de déjàvu y déjàentendu alcanza a los psicoanalistas en estos días ¿Bastará con que sepan contar hasta veinte para entender lo que ocurre? ¡No!

2. Hace casi veinte años, se orquestó un intento de asesinato del psicoanálisis, para acabar con una clínica de la palabra y de la transferencia. La causalidad psíquica, donde el descubrimiento freudiano del inconsciente encuentra su razón, es el fundamento de esta clínica. El argumento para justificar esta desaparición programada marcó el debate: “Acabemos”, decían algunos seguros de sus prerrogativas y de sus funciones universitarias, “con estas prácticas que hacen de la palabra del que sufre, o simplemente se cuestiona su vida, como la única herramienta de orientación”.

La famosa frase de Lacan: «el psicoanálisis sólo tiene un medio: la palabra del paciente”, que fue la brújula de la escucha para generaciones de clínicos (y no sólo para los psicoanalistas), quedó reducida a una antífona no verificable por los avances de la medicina basada en la evidencia. ¿Cómo confiar en eso que en cada uno es lo más impreciso, lo menos confiable, lo más relativo, lo menos demostrable de cada persona: lo que cada uno dice y dispone en narraciones llenas de alusiones, juegos de palabras y equívocos, es decir, una palabra que no es dueña de sus enunciados traduciendo (y traicionando) a un Otro discurso, el del inconsciente?

Para lograr sus fines, algunos consiguieron movilizar al INSERM (Instituto Nacional de Salud y Recursos Médicos) y sus medidas de evaluación, a las neurociencias y sus fanáticos, a la protección de los usuarios frente al riesgo de los charlatanes, y a los políticos elegidos para que por fin legislaran sobre lo que había ocurrido durante demasiado tiempo. Miles de clínicos, para quienes la causalidad psíquica no era una expresión vacía, decidieron contraatacar y se obtuvo una forma de statu quo político-administrativo. El legislador rebajó sus pretensiones de control y la ciencia convocada se demostró, gracias a los trabajos ad hoc, en sus errancias cientificistas, cuando se aplica a la vida psíquica, es decir, con una serie de argumentos ideológicos para acabar con una clínica en la que se anudan verdad y libertad. Las prácticas cognitivo-conductuales, reputadas como más eficaces y mejor fundadas según los métodos randomizados, se generalizaron: de corta duración, centradas en los síntomas visibles, con objetivos fijados al principio, ya no se preocupan de ese ”saber” que se escapa al ser hablante — su inconsciente. Las orientadas por la escucha. En las que el síntoma es ya tratamiento de una cuestión aún no alcanzada, continuaron inscribiéndose en el campo clínico.

La movilización iniciada y dirigida por Jacques-Alain Miller permanece en la memoria. Hay una “función social de la escucha”: “Si erradicáis el psicoanálisis”, escribió en Le Monde el 29 de octubre de 2003, “veréis milagrosamente reaparecer patologías que han desaparecido, como las grandes epidemias histéricas, y veréis crecer y multiplicarse las sectas y los brujos, que se hundirán en lo más profundo de la sociedad y escaparán mejor a la censura”. El asesinato del psicoanálisis fracasó pues, pero las cicatrices del intento han permanecido.

3. Hoy en día, los nuevos ataques, especialmente contra los psicólogos, traen el recuerdo de la lucha pasada. Quieren situar las prácticas psicológicas bajo la autoridad médica y exigen que se orienten exclusivamente sobre la base de la tesis neuronal. Según esta tesis, lo que causa los síntomas y el malestar debe construirse como un trastorno que encuentra su ubicación en los mecanismos cognitivos del cerebro. En este sentido, las terapias cognitivo-conductuales han adquirido una nueva dimensión en los últimos veinte años. Porque en estas terapias se sigue hablando y escuchando a los pacientes, aunque sea tímidamente y a regañadientes. Pero, ¿cómo podemos saber lo que les agita sin sus palabras y la caja de Pandora que se abre inmediatamente? La voz del superyó científico resuena: “No es suficientemente científico. Demasiadas palabras. Un esfuerzo más para ser neuro”.

4. La batalla de los años 2000 fue sobre esta oposición cognitivo-conductual/inconsciente. ¿Es esta la lucha de los 2021? Esta oposición no ha desaparecido, sino que ha pasado a ser secundaria. Ha surgido una tesis principal. La tesis neuronal sustituye a la tesis conductista o, más exactamente, la engloba.

Una prueba entre otras: en un decreto del 10 de marzo de 2021, relativo al peritaje específico de los psicólogos para la población objetivo de los niños de 0 a 7 años, se piensa en el niño de referencia en términos de neurodesarrollo. Un niño en crecimiento es un “neurodesarrollo” en acción. El desarrollo significa poder medir su estado y determinar los trastornos que lo afectan. El trastorno es una interrupción, una modificación, una desviación, en el desarrollo lineal y normalizado ideal. ¿Qué hace el psicólogo? “Las intervenciones y programas de los psicólogos respetan las recomendaciones de buenas prácticas profesionales establecidas por la Alta Autoridad Sanitaria (HAS) específicas para cada trastorno del neurodesarrollo, y se basan en programas acordes con el estado de conocimiento actual”. Entre estas prácticas, seguimos encontrando las terapias cognitivo-conductuales, pero han perdido su superioridad frente a aquellas en las que se privilegia lo neuro. Esta última sólo ocupa este lugar porque la definición básica lo implica. Si la vida de un niño de 0 a 7 años es desarrollo y se fundamenta como neuro, entonces cualquier enfoque tendrá que acercarse lo más posible a la neuro-causalidad que se postula.

Lo neuro es más que lo cognitivo, que designa modalidades de funcionamiento; es el órgano donde se localiza la causa. La causa neurológica tiene su fundamento en el cerebro, ya que las imágenes médicas permiten observarlo.

5. El uso de imágenes médicas no es más que una herramienta neutra para descifrar el funcionamiento del cerebro y las neuronas que en él se alojan. Esta imagen es un verdadero El Dorado para los investigadores que quieren estudiar el órgano, que sigue siendo el más oscuro de toda la anatomía humana: el cerebro. Existe, entre los más brillantes, la voluntad de plantar en cada rincón del cerebro una pequeña bandera donde se escriban sus nombres. Gaston Bachelard dijo una vez que el microscopio no amplía la vista, sino el concepto. La neuro imagen es una forma sofisticada del antiguo microscopio de laboratorio de biología. ¿Qué concepto extiende? Decir esto es afirmar un nuevo paradigma epistemológico para la ciencia con sus consecuencias clínicas. Algunos, incluso entre los analistas, se opondrán a atribuir a la tesis neuro la condición de “paradigma epistemológico”. ¿No es esto dar demasiado crédito a esas descripciones en las que los pedazos de conocimiento neurológico son solicitados por el psiquiatra y el psicólogo o incluso el psicoanalista, ahora con bata blanca, que quieren casar la causalidad psíquica y la tesis neurológica? Un paradigma epistemológico es heurístico precisamente si se basa en una tesis debidamente argumentada que abre nuevos caminos, y en implicaciones banales que cada clínico utiliza a su antojo. Este nuevo paradigma no se encuentra entre los psicólogos o psiquiatras, y menos aún entre los neurólogos. Estos últimos la utilizan pero no la han desarrollado.

6. Este paradigma tiene un nombre: es el lenguaje de la mente y pertenece al campo de la filosofía. Su tesis afirma la independencia del pensamiento y del lenguaje. Por supuesto, el nudo pensamiento/lenguaje es, dentro de la filosofía analítica y sus grandes referentes históricos, complejo. Hay quienes afirman la dependencia del pensamiento con respecto al lenguaje y otros que, por el contrario, plantean que el habla expresa el pensamiento, es decir, la independencia de éste con respecto al lenguaje. El propio lógico Frege pasaría de la tesis de la independencia a la de un vínculo constitutivo y, por tanto, a la dependencia: para él, el lenguaje da al pensamiento su “forma sensible”. A esta oposición se añaden otras que varían las definiciones de la palabra y del concepto. La complejidad de las tesis y los razonamientos distingue al erudito del ignorante. El primero domina el concepto que ha adquirido a través de un aprendizaje continuo. El segundo puede tener palabras que sólo indexan pensamientos confusos y vagos. El pensamiento científico es un pensamiento pleno, mientras que el pensamiento del ignorante es verbal. Recordemos dos afirmaciones: a) la de la independencia del pensamiento y del lenguaje, b) la del lenguaje como, y sólo como, instrumento del pensamiento cuando se plantea la dependencia. El lingüista Chomsky llega a plantear el lenguaje como un “órgano”, o sea un “hecho genético” (Lacan).

7. Estas dos tesis, que se excluyen mutuamente pero que pueden, según las definiciones secundarias utilizadas, relativizarse, son internas al ámbito filosófico. Cada uno de ellos recusa la tesis freudiana de los pensamientos que no saben que son tales (porque la conciencia los ignora) y que, al manifestarse, se estructuran como juegos significantes, donde prevalece la retórica del inconsciente. No recusan las consecuencias del inconsciente y sus formaciones. Recusan la posibilidad de un inconsciente donde el pensamiento es un discurso. Surge una objeción: pero qué importan estas teorías filosóficas, ya que excluyen, en filosofía, las consecuencias clínicas. El desconocimiento de estas teorías nos ha llevado a olvidar que el vínculo con la clínica está comprometido y que estas teorías constituyen hoy la base de la neuroclínica. El recorrido está completo: se pasa de la independencia del lenguaje y del pensamiento a la tesis neuro que da la prueba anátomo-cognitiva. La prueba la proporcionan las imágenes cerebrales. Sin esto último, la unión entre la tesis filosófica y la clínica no podría asegurarse.

8. ¿Cómo se puede demostrar esta conexión? Es más sencillo de lo que parece. Veamos el Collège de France, lugar emblemático de la excelencia intelectual francesa. Leamos (brevemente) las conferencias de dos de sus presidentes. Por un lado, François Recanati, titular de la cátedra de filosofía del lenguaje y del espíritu (sucedió a Jacques Bouveresse) desde 2019, que en su juventud intervino tres veces en el seminario de Lacan. Por otro lado, Stanislas Dehaene, catedrático de psicología cognitiva experimental, que enseña allí desde 2006. En su conferencia inaugural, el primero constata el triunfo de la filosofía analítica en todo el mundo y en particular en Francia, que durante mucho tiempo fue reticente a ella. Señala que ha participado en este éxito. Esta filosofía teórica hace de la cuestión del espíritu científico su principal referencia ya que se propone fundar el “modo formal” en la filosofía siguiendo a sus dos padres fundadores: Frege y Russell.

Lo que nos interesa es la referencia que Recanati hace a la psicología en su lección. Para ello, tiene que afirmar la referencia a la pragmática, que se interesa por los actos de habla en la comunicación, de los que el lenguaje es ciertamente un medio, pero no esencial. La teoría de los actos de habla responde a la pregunta de qué motiva al agente de la intención comunicativa. Se abre directamente a la psicología: “Los actos de habla son actos. Comprender un acto es comprender la intención que motiva al agente, una intención comunicativa en el caso de un acto de habla. Reconocer las intenciones comunicativas de nuestros interlocutores requiere el ejercicio de una facultad que estudia la psicología cognitiva, la teoría de la mente”. La teoría de la mente identifica estados mentales (creencias, deseos, intenciones, etc.) dotados de contenidos que son actitudes proposicionales. Hay dos tesis opuestas entre los filósofos de la mente: la tesis literalista y la tesis contextualista, que es la de Recanati: ¿cómo se comunican los estados mentales? He aquí su respuesta: “En esta concepción ‘literalista’ la proposición expresada es un nivel de contenido lingüístico, es decir, un nivel de contenido determinado por las reglas del lenguaje. El ‘contextualismo’, tal y como yo lo entiendo y defiendo, rechaza esta concepción. Desde el punto de vista ‘contextualista’, la proposición expresada por el hablante —y a fortiori la proposición austiniana— no es un nivel de contenido propiamente lingüístico. Es un nivel de contenido fundamentalmente comunicativo, cuya identificación depende del contenido de los estados mentales que el destinatario atribuye al hablante para explicar su acto de habla. En otras palabras, los pensamientos tienen contenido, las oraciones mediante las que los expresamos tienen contenido y los actos de habla que realizamos cuando pronunciamos esas oraciones en la comunicación también tienen contenido, pero estos contenidos no son todos de la misma naturaleza. El contenido de las oraciones, en particular, no es de naturaleza proposicional, y aunque las oraciones expresan proposiciones en el contexto, estas proposiciones no son más que el contenido de los actos de habla realizados al pronunciar estas oraciones”. Esta larga cita argumentativa inscribe el fundamento epistemológico de la tesis neuro en psicología. ¿Por qué?

9. La tesis contextualista insiste en la comunicación y articula los objetos del pensamiento a todo lo que puede hacer contexto indexado, por ejemplo, por “yo”, “aquí”, “ahora”. Así, el nombre propio “Marcel”, escuchado al vuelo en una conversación, es un signo entre otros, como su cara, su forma de caminar, el sonido de su voz, las historias en las que ha participado, etc. “Marcel” constituye un “archivo mental”. Dado que es contextualista, Recanati se refiere a la psicología, es decir, a lo que se moviliza en el hablante en las “representaciones” que se hace de su interlocutor y donde se ubica su intención de comunicar. En otras palabras, esta tesis es anti-saussuriana, mientras que sabemos que Lacan vuelve a Freud precisamente con la teoría del signo lingüístico, que, ciertamente, subvertirá inmediatamente al afirmar la preeminencia del significante sobre el significado. Sin embargo, subvertirla no la anula. Recanati dice que toma su posición contextualista del lingüista Benveniste, quien escribió: “Salimos del dominio de la lengua como sistema de signos, y entramos en otro universo, el de la lengua como instrumento de comunicación, cuya expresión es el discurso. Esta vez ya no se trata del significado del signo, sino de lo que podemos llamar lo pretendido, de lo que el hablante quiere decir, de la actualización lingüística de su pensamiento. De la semiótica a la semántica hay un cambio radical de perspectiva. […] La semiótica se caracteriza por ser una propiedad del lenguaje, la semántica resulta de una actividad del hablante que pone el lenguaje en acción”. Para Recanati, la lingüística ya no es saussureana, pues se ha apropiado y validado los resultados de la “filosofía del lenguaje del siglo XX”. He aquí a los fundamentos epistemológicos del psicoanálisis —su invención por Freud, su reinvención por Lacan— recusados sin siquiera ser mencionados, incluso como referencias menores. El psicoanálisis —y con él, la palabra, la escucha y la transferencia— queda excluido de lo “formal en la filosofía” que hace que el filósofo sea potencialmente igual al matemático o al físico. La célebre frase de “L’étourdit«: “Una lengua, entre otras, no es nunca más que el conjunto de equívocos que su historia ha permitido que persistan en ella”, es cuestionada por las definiciones de esta filosofía del espíritu (?). Queda por aportar la prueba. Este será el papel de la neuro-imagen.

10. La demostración de esta afirmación se encuentra en Dehaene, que cita a Recanati. Leamos su conferencia inaugural de 2007, que Jacques-Alain Miller comentó en su curso Todo el mundo es loco, de enero y febrero de 2008: “Todos los niveles de organización, desde la molécula hasta las interacciones sociales, conspiran para determinar nuestro funcionamiento mental. Por tanto, no existe una compartimentación estanca entre la biología y la psicología. Por el contrario, tanto el psicólogo como el neurobiólogo, por diferentes vías, buscan entender cómo una función cognitiva emerge de la arquitectura jerárquica e integrada del sistema nervioso. Las leyes de la psicología pueden ciertamente formularse, transitoriamente, a través de algoritmos formales. Sin embargo, sólo se entenderán en profundidad cuando se relacionen con todos los niveles de organización del cerebro”, escribe. El fundamento neural propuesto utiliza la imaginería como medio para probar las hipótesis propuestas por la “filosofía del espíritu”: “En primer lugar intervienen las leyes físicas, químicas y biológicas. El anclaje del pensamiento en la biología del cerebro implica que los principios organizativos del mundo vivo limitan nuestra vida mental. Como señala Jean-Pierre Changeux, el cerebro humano es una formidable máquina química en la que encontramos los mismos mecanismos moleculares que actúan en la mosca drosophila o el pez torpedo”. La clínica está convocada “¿Podría la anomalía de tales genes, o su interacción con agentes patógenos, por ejemplo la exposición al alcohol en el útero, explicar la discalculia, es decir, la falta de intuición aritmética en algunos niños, en los que las imágenes muestran una desorganización del surco intraparietal? Ya he dicho que los modelos psicológicos—en todo caso, los buenos— estaban destinados, como la hipótesis del neutrino, a ser verificados a nivel neuronal”.

La conclusión abre un programa de investigación que Dehaene prosigue hasta hoy en sus cursos en el Collège de France y en el potente laboratorio que dirige (Unidad Mixta Inserm-CEA de Neuroimagen Cognitiva, Orsay, 2002-2007; Saclay, desde 2008): “Por mi parte, creo profundamente en un renacimiento del programa psicofísico de Fechner, Wundt, Ribot o Piéron, pero un programa que, convertido en “neurofísica”, vaya más allá de la simple descripción de las leyes psicológicas formales para anclarse, sin ambigüedades, en el nivel neuronal. La explicación última de los objetos mentales, como las percepciones, las ilusiones, las decisiones o las emociones, debe formularse en términos de leyes dinámicas de transición en las redes neuronales. […] Soy plenamente consciente de la inmensa oportunidad que tenemos de vivir en una época en la que los avances conjuntos de la psicología y la neuro-imagen cognitiva nos permiten por fin hacer visible, como con el cráneo abierto, lo invisible del pensamiento”.

Esta teorización de Dehaene, pero la observación puede aplicarse indirectamente a Recanati, es la creación de un nuevo real: el “neuro-real”, como lo llama J.-A. Miller —“Lo real se ha convertido en neuro-real; es lo neuro-real lo que está destinado a dominar los próximos años”. Y añade: “En otras palabras, la neuro-clínica individual es para mañana. No podemos poner una barrera en su camino. Y así estamos en camino de convencernos del alcance, de la extensión progresiva e indudablemente inevitable de esta concepción a todas las prácticas. Todas las prácticas tendrán pronto una alternativa cognitivista que llevará su forma de hacer las cosas, su perspectiva, a la observación cerebral”. Lo que se anunció en 2008 ya se ha cumplido. La operación no está terminada ni completada. Cada día, gracias a que la imagen neuronal despliega su poder de observación y medición, la clínica, la que se enseña en las universidades, se vuelve más neuronal. La docencia de Dehaene es un buen índice de este objetivo: en 2018-2019, su curso se titula “Avances recientes en imágenes cerebrales y decodificación de representaciones mentales”; el de 2020-2021, “La influencia del lenguaje y los símbolos en la percepción y la cognición”. Entre cientos de ejemplos, podemos referirnos al de la lección del 8 de septiembre de 2020, titulado “Pensamiento sin lenguaje e hipótesis de un lenguaje del pensamiento”: hormigas del desierto, gracias a un experimento in vivo, demuestran tener un pensamiento lógico sin lenguaje ya que poseen el concepto de espacio, de mapa del espacio y demuestran una intención de volver a su nido. Por tanto, existen fenómenos mentales prelingüísticos (= un pensamiento). El vínculo entre Dehaene y el decreto relativo a la pericia de los psicólogos no se encuentra muy lejos: desde 2010, es miembro del consejo científico de la Dirección General de Educación Escolar (DGESCO) y, desde 2018, presidente del consejo científico de la Educación Nacional.

11. ¿Qué hacer? ¿Cómo orientarnos? El proyecto de Recanati, y de sus amigos, es claro: mantener sólo dos posibilidades para la filosofía: o ser su historiador y recordar lo que fue y cómo fue, o ser un actor que conjugue la filosofía en el presente. Así funciona la filosofía analítica positiva de la mente, que tiene la vocación de ser “la” filosofía de hoy. Igualmente, con Dehaene y sus amigos cognitivistas experimentales, por la tesis neuro, que tiene la vocación de abarcar todo lo relacionado con una clínica de la vida psíquica que se ha convertido en mental.

¿Debemos ser los últimos irreductibles en oponernos a ello destacando los efectos de la palabra donde se descubre la fuerza de la causalidad psíquica? Pero este trabajo ya está hecho y bien hecho: ¡miles de libros, artículos, coloquios y otros seminarios lo actualizan constantemente en todos los continentes! La pregunta sigue siendo: ¿por qué este trabajo se aleja cada vez más de los lugares de enseñanza, investigación universitaria y asistencia? Ciertamente, siguen presentes, activos y vivos, pero ¿por cuánto tiempo?, ¿Cómo actuar con la neuro tesis?

Ridiculizarla sería inútil. Explicarla con la tesis socio: el liberalismo de derechas de las sociedades occidentales, al servicio del capital, valoriza a los fuertes y produce sus excluidos, encuentra rápidamente su límite —aunque tenga una legitimidad verdadera para las acciones de lucha institucional. Propongo que se ataque este nuevo paradigma en su fundamento epistémico, no afirmando nuestros propios resultados, sino desmontando los presupuestos que esconde bajo el nombre de “ciencia” —haciéndolo uno por uno para cada uno de sus presupuestos que reducen la “realidad humana al cerebro” afirmando que “el hombre es esencialmente un cerebro y que el cerebro es una máquina de tratar información” (J.-A. Miller). “Nos tocará aterrorizar(sic) a los que se creen los nuevos Galileos leyendo, a libro abierto, en las neuronas del cerebro, la escritura matemática del deseo, del amor, del goce, en fin, del “parloteo del parlêtre” (Lacan). Hagamos de esta lucha una acción de la Ilustración mientras la neuro tesis quiere entregarnos a las profundidades del oscurantismo…”

Castanet, Hervé. “Onze remarques sur la Thèse neuro ou comment faire avec un paradigme épistémologique qui se veut exclusif pour la clinique”. Lacan Quotidien nº 930, miércoles 2 de junio de 2021.

Traducción de Luis Alba no revisada por el autor.