Roger Litten | La paradoja de la Escuela | Trabajo de Escuela| setiembre 2022
La paradoja de la Escuela
Roger Litten
Quería empezar agradeciendo a Begoña Isasi, Directora de nuestra Comunidad, por invitarme a formar parte de este trabajo sobre el Banquete.
Los recientes acontecimientos en nuestra propia Escuela han añadido un sentido de urgencia a nuestra lectura de un curso que surgió como respuesta a una crisis en la ECF hace 30 años. Por lo tanto, puede servirnos como recurso para afrontar algunos de los retos que tenemos en el presente.
Una cosa que me llama la atención, al volver a este texto, es el modo de argumentación de Miller, que no elabora tanto una doctrina de la Escuela como gira en torno a temas, cuestiones y conceptos particulares, buscando una orientación que tenga en cuenta lo que está en juego en esta crisis.
Por supuesto, podemos trazar un amplio desarrollo a través de este curso. Miller comienza por cuestionar el concepto de Escuela, lo que le llevará, a través de un examen del dispositivo institucional del Pase, a abordar la clínica del fin del análisis.
Tenemos así tres amplias fases del argumento: las cuestiones de la Escuela, el pase y la clínica del fin de análisis. Miller examinará sucesivamente cada uno de estos elementos, buscando los puntos en los que se apoyan en la misma lógica.
En el curso de este desarrollo, podemos rastrear la elaboración de tres temas asociados, los temas de la transferencia, la transmisión y la enseñanza, que funcionan casi como hilos que se entrelazan en el tejido del argumento.
Y dentro de esta estructura ternaria, encontraremos a su vez la discusión de tres operadores particulares, el nombre, el concepto y el matema, que se modulan a su vez en el curso del argumento.
Esta estructura de tres nos proporciona, pues, un marco mínimo, una plataforma giratoria, para una lectura modular y no lineal de algunos de los hilos de este texto.
Este proceso de giro constante de determinados conceptos y cuestiones, buscando añadir profundidad a cada uno de ellos mediante su lectura en relación con los demás, podría explicar el efecto de renovación de este curso, cuyo material nunca parece agotarse ni quedar obsoleto.
Más bien, deja lugar para que el lector se inserte en su trama, cada uno a su manera, apoyando su propia lectura, su propio trabajo de transferencia hacia el texto, la Escuela y la causa psicoanalítica.
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Miller se propone así establecer el concepto de Escuela como un concepto fundamental del psicoanálisis, el quinto concepto fundamental del psicoanálisis, de la misma manera que leerá el Acto de Fundación como el capítulo final, la culminación del Seminario XI.
Este esfuerzo por establecer el concepto de la Escuela se fundamenta y problematiza a la vez en lo que Miller denomina la paradoja de la Escuela. Por ello, dedicará su atención a la construcción y exploración de esta paradoja, como clave para comprender la lógica que está en juego en la Escuela lacaniana.
Esta paradoja adopta múltiples formas. En primer lugar, se formula en términos de la relación entre intensión y extensión, y el hecho de que en el caso del psicoanálisis estos dos ejes no coinciden.
El psicoanálisis sólo existe porque hay psicoanalistas en el mundo. Que los psicoanalistas existen es un hecho aunque no haya ningún criterio de iure, ningún concepto o definición que diga qué es un psicoanalista.
La esencia y la existencia del psicoanalista no coinciden, precisamente porque, al igual que en el caso de la mujer, en el caso del psicoanalista la intensión queda vacía. No hay esencia del psicoanalista, no hay definición de lo que sería el psicoanalista.
En otras palabras, un aspecto de la paradoja de la Escuela, es que las condiciones de identidad y las condiciones de pertenencia no están alineadas.
La Sociedad psicoanalítica tradicional resuelve esta dificultad simplemente suturando la brecha entre ambas, haciendo que identidad y pertenencia sean equivalentes. Esto da lugar a un círculo vicioso de identificaciones imaginarias que afectan tanto al estilo de las relaciones de trabajo dentro de las propias sociedades como a los impases imaginarios de los análisis realizados en ellas.
En el caso de la Escuela Lacaniana, el dispositivo del pase está diseñado para servir de bisagra entre los efectos de desidentificación que se producen al final del análisis y las cuestiones que se ponen en juego en la pertenencia a una Escuela.
El dispositivo del pase no sólo salva esta brecha sino que asegura que este espacio se mantenga abierto y productivo en forma de pregunta, estructurando la Escuela Lacaniana como el lugar donde se puede perseguir la pregunta qué es un psicoanalista.
La inserción del pase como dispositivo desestabilizador en el corazón de la Escuela asegura así su estructura como conjunto inconsistente, organizado alrededor de un vacío indexado por el significante del Otro barrado.
Este significante del Otro barrado sigue siendo una referencia central para las lógicas superpuestas de la Escuela, la clínica y el pase, así como para la posibilidad de que se anuden de tal manera que cualquier modificación en nuestra concepción de una tendrá implicaciones para las otras.
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La exploración de Miller de la brecha abierta por la paradoja de la Escuela nos lleva así, a través de la cuestión del pase, a la elaboración de una nueva clínica del fin del análisis. Es aquí donde la distinción entre nombre, concepto y matema vuelve a aparecer y encontramos los temas de la transferencia, la transmisión y la enseñanza que se tejen en torno a ellos. Miller explora la cuestión de los destinos de la transferencia al final del análisis, las condiciones de la transformación del trabajo de la transferencia en la transferencia del trabajo en el ámbito de la Escuela y los efectos de la transmisión en juego en la enseñanza de los EA.
En la Proposición encontramos un matema para la entrada en análisis en forma de algoritmo del sujeto supuesto saber. La cuestión es si existe un matema para el fin del análisis, un matema que pueda extraerse del curso de cualquier análisis particular, para servir de base a un modo de transmisión que no caiga en la locura de intentar enseñar lo que no se puede enseñar para todos.
En cambio, cada uno de nosotros es llevado a inventar algo sobre la base de su propio compromiso con la causa psicoanalítica, una respuesta a la pregunta de lo que la Escuela podría ser para nosotros. De este modo, partiendo de la inexistencia del gran Otro, cada uno de nosotros, no por sí mismo sino con algunos otros, trabaja para mantener viva la letra de la enseñanza de Lacan y para hacer existir la Escuela como punto de dirección de nuestra transferencia.
Estas son algunas de las cuestiones que el trabajo en este curso me ha enseñado.