Creer en el inconsciente
Me ha interesado la afirmación, en el Argumento para las jornadas, de que “Es preciso que en [las entrevistas preliminares] se produzca una creencia en el inconsciente, gracias a un franqueamiento del sujeto a partir del acto del psicoanalista”. Y, un poco más adelante, “lo que sostiene el análisis es la creencia transferencial, es decir, el amor”.
Se plantea, pues, una relevancia, en énfasis en la función de la creencia, en cierta manera sorprendente.
Este interés me surgió también apuntalado por la lectura, en el último texto de los Otros escritos, de esta afirmación de Lacan: [el inconsciente] “que no es lo que se cree, yo digo: el inconsciente, es decir, real, solo si se me cree”. Me sorprendió este nudo entre inconsciente, real y creencia. Quizás porque tenía la idea de lo real como fuera de toda representación y simbolización, me preguntaba que viene a hacer aquí la noción de creencia. Así que he hecho un pequeño recorrido por esta noción en los seminarios, los escritos, y algunos filósofos.
Pero retengamos, de momento, en esta formación de Lacan, el paso de lo impersonal del se, a lo singular del me.
Antes de mencionar algunos puntos de este recorrido, quisiera señalar ya que lo que Marta y Julio nos plantean en el argumento constituye un paso más, o un paso distinto, a lo que J.-A. Miller presenta en su texto, canónico. C.S.T, como la entrada en análisis. Ahí sitúa el “paso” del analizante de la demanda inicial a la precipitación del síntoma analítico, paso que se da mediante la pre-interpretación por parte del sujeto de su síntoma. Y que “debe considerarse como la consecuencia de una transferencia ya establecida con anterioridad”, “al comienzo está la transferencia”. Me parece que el “paso”, el “franqueamiento” que se plantea en el Argumento, puede situarse entre esta per-interpretación y la “creencia” en el inconsciente. No se trata ya del algoritmo por el que el síntoma se articula al significante de la transferencia para dar lugar al SsS. Hay algo que es del orden del acto. En C.S.T., el acto está situado por Miller en el momento de la demanda del paciente.
Señalo ahora una pequeña conclusión del recorrido por la noción de creencia en Lacan. Además del uso, digamos cotidiano y no tematizado, de la palabra creencia, me parece que pueden situarse dos momentos:
Una tematización vinculada a la cuestión de la psicosis. En su discusión de la concepción psiquiátrica habitual de los fenómenos psicóticos como creencia sin fundamento en la realidad. En la psicosis no se trata de creencia sino de certeza, fundamentada en el Unglauben (mantengo el término en alemán para indicar que se trata de un concepto, distinto al uso habitual de incidencia, que hace par con creencia). El Unglauben, afecta a uno de los dos términos de la creencia, la división subjetiva. El psicótico puede perfectamente no creer en la realidad de sus voces, y creer en el Otro. Y, lo remarcable, es que el psicótico, cree en lo que le dicen sus voces, aunque no las crea de la realidad.
Quisiera aportar aquí un par de citas que me parecen importantes. Una, de la Causalidad, donde es calificada como “resorte esencial […] con su ambigüedad en el ser humano y con su demasiado y su demasiado poco para el conocimiento —ya que es menos que saber, pero es quizá más: afirmar es comprometerse, pero no es estar seguro”. Tenemos aquí la idea de un compromiso del sujeto en el franqueamiento de la entrada en análisis.
Y del Seminario 7, p. 70, “La utilización del término creencia me parece acentuada en un sentido menos psicológico de lo que parecería de entrada […] involucra el modo más profundo de la relación del hombre con la realidad, a saber, lo que se articula como la fe”.
Hacia el final de su enseñanza el término creencia aparece vinculado de una manera “nada psicológica” a lo real, bien sea al inconsciente real, bien sea al síntoma, bien sea a (la) una mujer.
Y Lacan produce importantes diferenciaciones respecto a la actitud de creer: creer en, creer allí, creer-la (o las voces, por ejemplo). (Ver los trabajos de F. Fajnwaks, en la web de uforca, y de Luis Tudanca, en la web AMP).
En castellano no disponemos de estas distinciones, siendo habitualmente sinónimos creer en algo o alguien y creerlo, creer lo que dice. La Academia francesa proporciona esta distinción: Croire que: tener la idea de, pensar que. Croire à, tener por cierto la existencia de algo, no es universal, otros pueden no creer. Croire en, más fuerte, es un abandono más confiado, que a menudo entraña comportamiento moral o religioso. Lacan no utiliza croire en.
La distinción entre creer en y creer allí ¿es utilizable para la entrada en análisis? El analizante, ¿ha de creer en el inconsciente como lugar, lugar donde se supone una verdad que ha de ser interrogada en términos de saber?, o, ¿ha de creer-le al inconsciente? ¿Lo que el inconsciente dice?
La expresión “creer en el inconsciente”, aparece por primera vez, aunque no he hecho una investigación exhaustiva, en el Discurso a la EFP, de diciembre del 67, posterior a la Proposición. Cito; “El psicoanalista no quiere creer en el inconsciente para reclutarse” (O. e., p. 299). Me parece que tenemos aquí la indicación de que el dispositivo del pase se juega en la creencia en el inconsciente como lugar en el que se produce la transmisión del psicoanálisis. Y no tanto en los contenidos, que pueden variar de un momento a otro. ¿Cómo pensar esto al inicio?
En este texto he encontrado una, o la única, definición de creencia, como tal, salvo si consideramos las distinciones mencionadas como definiciones, “la creencia es siempre el semblante en acto” (misma página). No puedo aportar apenas sobre esta definición. Mi primera aproximación es que acto ha de entenderse aquí en el sentido aristotélico de la oposición entre potencia y acto. Pero podemos discutir como pensarlo para la entrada en análisis.
De modo que en esta época en la que “los semblantes y las creencias caen, las rutinas establecidas, las creencias supuestamente arraigadas ya no se mantienen, y la pregunta sobre la creencia se vuelve insistente: ¿qué hace que tengamos confianza en los gobiernos, los financistas, los bancos, los empresarios, etc.?” (É. Laurent, El sentimiento delirante de la vida, p. 53.); y a la vez, el síntoma se presenta sin enigma, como señala M. Fernández Blanco en su texto de orientación. (Ver al respecto la serie La fiebre, en la que un paso al acto se encuentra inmediatamente cubre por un delirio interpretativo a toda máquina mediante el uso de lo que se llaman narrativas). En esta época hemos de sostener una noción de creencia más allá de su contenido psicológico, en el uno, los ideales, etc. A medio camino entre lo que los padres de la iglesia como “creo para saber” y “creo ya que es absurdo”, es decir en el punto en el que se agota la demostración y podemos ubicar una causa en el inconsciente.
Velada de preparación para las XXIII Jornadas de la ELP. 27 septiembre 2024.
Luís Alba, miembro de la ELP y de la AMP.